martes, 23 de septiembre de 2008

Bares

Creo que uno se define, en gran parte, por los bares que frecuenta. Para nosotros, los latinos, los mediterráneos, el bar es un lugar clave, dónde se desarrollan las cosas realmente interesantes.
Dicen que Charles Baudelaire escribía sus mejores poesías mientras frecuentaba los más depravados lupanares y mancebías del París de la Bohème. Para mi desgracia, no fui llamado por los caminos de la Lírica. Sin embargo, siempre me he preguntado si mi falta de talla literaria es fruto de mi poca predilección por los prostíbulos o si la lasitud que me provocan los burdeles es a causa de mi incapacidad como escritor.
Y finalmente, aquí estoy. Escribo estas líneas en Par1, un bar finlandés dedicado al golf en Fuengirola. Paso tardes compartiendo cervezas con Adrian, un pintor (de brocha gorda) de Derby (Inglaterra), al que principalmente me une que encajamos aquí como un par de pulpos en un garaje.
Por tanto, las probabilidades de convertirme en un genio literario son limitadas. Este lugar no tiene apenas nada de depravado. Quizá, eso sí, tenga un leve, muy leve, aire decadente. Como compensación, cada noche suele entrar algún personaje excéntrico, medio loco, que rompe con la cotidianeidad de las conversaciones tenues, henchidas de crisis económica y pretendida modernidad.

1 comentario:

Anónimo dijo...

A mi el bar que me gustaba era "el bar del Paco", el de la facultad, allí si que pasamos horas y horas y horas... ^_^