domingo, 8 de junio de 2008

Pilar González Modino

Hace ocho años, Alejandro Rojas-Marcos me presentó, entre otros compañeros, a Pilar González Modino, en su casa de Sevilla. Nunca olvidaré ese día. Estábamos preparando el XII Congreso Andalucista. Me encontré bastante abrumado, la verdad. Por primera vez en mi vida, el fundador, y entonces Presidente, del Partido Andalucista me había llamado para dar mi opinión sobre el próximo Congreso y yo llegué vestido de campista dominguero. Estaba en un curso de verano en Mollina (Málaga) y la premura de la llamada no me permitió encontrar nada mejor.
Aquél día ya me fijé en esa mujer de voz dulce y palabras serenas. Ayer, la elegimos Secretaria General del Partido Andalucista. Creo tener el honor de contarme entre sus amigos. Es difícil hablar de los amigos de uno. Pilar es una buena política y mejor persona. Estoy convencido de que va a ser una buena Secretaria General.
Pilar me ha enseñado que existe un territorio dónde la política y la poesía se encuentran. No es un lema vacío. Su romanticismo es la forma que tiene de trasmitirnos su ambición por cambiar Andalucía. Pero también esta mujer valiente y tierna sabe que escuchar lo que no te gusta oír es la mejor forma de mejorar. Por aquí andaremos para echarle un cable, en lo que humildemente podamos y sepamos.
"Si hubiese más poetas que supiesen de política, y más políticos que entendieran de poesía, el mundo sería un lugar un poco mejor para vivir" John Fitzgerald Kennedy.

1 comentario:

Anónimo dijo...

La poesía forma parte de la vida, nos deleita, nos hace mejores. Es el lenguaje que mejor cumple su función: comunicar; es el lenguaje más puro, el que va directo a la inteligencia (como un flash) y al corazón (sin rodeos).
La política, entendida como acto de comunicación, debería ser algo parecido.

Pero, al margen de la poesía y la política, la mejor comunicación posible es el contacto con los amigos. Esos que están ahí, en silencio a veces, cercanos, cómplices. Los que nos acompañan cuando la angustia es un torrente de lágrimas o cuando la felicidad es una tenue sonrisa.

Qué suerte, querido jinete, tenerte cerca y cómplice.